En uno de los soles más distantes de la tierra vivía una raza de seres muy inteligentes que dominaban siete sentidos.
Entre ellos una destacada y hermosa mujer llamada Canicora, dominaba todo el conocimiento religioso, artístico y científico de su mundo, durante su vida se destacó por una clara inteligencia y espíritu dominando un alto grado de clarividencia y de clariaudiencia llegando a límites increíbles de dominios.
Pero tenía un punto débil, si le ponían el dedo a la altura de la frente entre el entrecejo esta perdía sus poderes. Ingresó a una escuela de culto movido por un hambre místico y guerrero que le rodeaba durante toda su vida, ella afirmaba que era una encarnación de otro universo muy distinto a este universo desconocido por todos, con sus galaxias, soles y planetas, su universo era de luz dorada no existía la oscuridad ni existía nada material, venia de una dimensión superior y desconocida.
Por sus venas recorrían rayos estelares de dominio, irradiaba cordones solares de fuerza y de poder, un poder capaz de gobernar todo el infinito, ser más que el mismo Dios de la creación, pero tenía un cuerpo físico que le impedía estar en distintos lugares a la vez.
Su mundo se encontraba en la encrucijada de tres estrellas de la constelación de DESHE es la mayor y la más ilustre de todos los soles de la galaxia GMH 1766. Los Titus crearon una civilización refinada y científica; en una de sus islas Canicora levanto verdaderos palacios fortificados como custodiados por maquinas mentales robotizadas que detectaban cualquier movimiento a la velocidad de la luz.
Alrededor del palacio se detectaban villas y hermosas casas hechas de luces de colores impenetrables por cualquier objeto material. Sus puertas y ventanas se abrían con un código de rayos láser. Canicora se hace poco a poco dueña de toda la isla y comenzaba a crecer como una mujer legendaria con poderes ilimitados: tal es así que el rey llo se siente celoso y decide destruirla, comenzó a pedir ayuda a todos los sabios y guerreros de todo el sistema planetario.
Informaron que todas las acciones orientadas de acabar con ese imperio formado por Canicora quien se ofreció una cuantiosa recompensa a quien la capture. Desde aquel mismo momento todos los reyes de los diferentes sistemas solares empezaron a planear la forma de llevar a cabo su trabajo.
Pacocha una aguerrida mujer vencedora de muchas batallas y encarnizados duelos que triunfó para liberar a su mundo de innumerables colonizadores que querían dominar sus territorios, se presentó ante el rey llo y se ofreció como voluntaria para acabar con Canicora.
El rey llo acepto su solidaridad le ofreció todo su apoyo y le dijo: "que podía comenzar en cualquier momento". Pacocha logró juntar más de cien mil hombres con millares de naves espaciales que se unirían para la lucha.
Después de estar todo listo y preparado se dirigió a la Isla para atacarla y destruir todo lo que existiera, advirtió dos grandes muros, ni la fuerte violencia de los vientos ni las lluvias de meteoritos cargados de ácido, ni los resplandecientes rayos láser le penetraban, tan tupida era la armazón de sus muros que era imposible tomar por asalto la isla.
— ¡Yo te exijo! ¡Oh reina! ¡Seas Diosa o Mortal! ¡Preséntate ante mis ojos para que puedas enfrentarte con mi poder y todo mi ejercito! — Al poco tiempo sin hacerse esperar mucho tiempo en medio de rayos y truenos se presentó delante de los ojos de Pacocha.
—Dime por favor Canicora, ¿Por qué de tu rebeldía con el Dios supremo?
—No es rebeldía sino es comprensión.
—Yo También tuve las mismas ideas e inquietudes que tú, pero el destino de la tierra ya está escrito y nadie ni nada podrá cambiarlo.
—¡Lucharé por evitarlo! Contestó enérgicamente Canicora.
—Pues entonces tendrás que enfrentarte con todos los ejércitos de los universos.
—No quiero derramamiento de sangre, ni muerte de gente, mejor me retiro de este mundo respondió Canicora, diciendo esto tomó su espalda tridimensional la colocó sobre su nave y subió a ella para luego sentarse frente a los controles, hizo un sitio a los mejores pilotos de su reino para comandar la enorme nave. Se prendieron los motores y elevándose salió a gran velocidad hacia los confines del universo.
Quería que las futuras civilizaciones como la humana no sufrieran, que no existieran un castigo, enfermedad, muerte, etc. Que sean sólidas moradas como viven los dioses; donde el frío no castigue donde no exista el odio con una serenidad de ambiente que no altere el clima y que el claro esplendor envuelva las cosas, donde los hombres se gocen sin cesar.
Pacocha le contesto —Reina mía, no te condeno que te indignes, pues te comprendo, te entiendo y advierto en mi corazón lo que es justo e injusto, pero ya todo está hecho y escrito que la raza humana será llena de sufrimiento nadie podrá interponerse ni cambiar la historia. Pobre Mujer ojalá que su espíritu encuentre alivio en su viaje.
El paisaje era grato y distante, pero todo apareció inenarrablemente abandonado. Su estrella solar brillaba en la altura. Pero parecía que quedaba una sombra que merodeara todo un vasto territorio abandonado. Con Canicora en su nave sentía, un singular sufrimiento, lúcido y punzante por haber abandonado su mundo. Viajando por el universo Canicora se enteró que Dios creó es sistema solar y con un hermoso planeta ubicado en la tercera órbita.
A sus comandantes les ordenó dirigirse rumbo hacia la tierra ya que quería actuar en su último intento; Comprobado esto, sentía una tristeza de un orden personal, pero al mismo tiempo se llenó de un sentimiento completamente nuevo y alegre de saber que se crearía vida en ese planeta.
Pero ella ciega y sorda, como que no entendía esta inexplicable creación de saber que el espíritu iba a nacer atrapado en un cuerpo físico muy denso y pesado; donde no podría proyectarse hacia una conciencia más libre y expansiva donde todo sea felicidad.
Después de posarse sobre tierra la enorme nave, bajó con toda su tripulación, Canicora retirada a una determinada distancia, tomo por el mango en la mano izquierda un sable de plata y en la derecha un puño puntiagudo de diamante finamente cincelado y una argolla de oro para sostenerlo. Ordeno a sus hombres que se distribuyeran por toda la tierra y estén vigilantes a la venida de Dios.
El día menos pensado Dios se le presentó a Canicora pidiéndole a que se retire, que la hora había llegado para dar vida a este planeta —Está bien— repuso Canicora tranquilamente, pero con decencia, mi vida te pertenece como todo lo que termina con mi vida, tiempo, salud, fuerza, cuerpo y aliento eres muy superior en jerarquía, en poder y en todo aquello que enriquece la vida, pero no saldré de este planeta.
Dios la reprimió y le ordenó a que se retire, de lo contrario acabaría con su vida. Centellaron los ojos de Canicora creyéndose reprendida y humillada por primera vez en su vida. Dios desapareció tal como vino.
Pálida, manteniéndose a duras penas en pie, penetró en su alcoba para meditar lo acontecido, no podía creerlo y sin embargo sucedió; realmente cansada al fin buscó el reposo, pero su sueño fue desapacible e inquieto. Sola en un lugar descampado soñó que se encontraba en una ciudad tranquila con un hermoso valle de olivos, con una ciudad con desarrollo urbano, con un eje agropecuario, portuario y pesquero creando divisas para dar vida a su país y a su gente.
De pronto sintió que alguien le puso el dedo entre el entrecejo, al despertar se encontró frente a Pacocha— Bien— le dijo— tu fin a llegado. Al no poderse mover ni hablar, Canicora lloró de desesperación.
Pacocha que por lo general no podía ver lágrimas ni sufrimiento, se puso nerviosa, desesperada empuñando su espada la levanto sobre los aires, sentía miedo y terror, imposible describir la impaciente escena que siguió: Fue lamentable, Pacocha bajó su espada y de un certero zarpazo a la altura del pecho mutiló su hermoso cuerpo que cayó pesadamente sobre el piso con la mirada hacia el mismo centro del universo. También fueron destruidos sus naves y su ejército. Pacocha se sentía asiduamente dominada por una inenarrable tristeza, pero era la voluntad de dios, del absoluto del que nadie puede impedir de sus mandatos ni de sus leyes; Murió el mismo día que ella había previsto, sin ninguna clase de angustia ni agonía.
Tampoco se podía creer que al verla estaba muerta, su bello rostro angelical anunciaba la placidez de la vida eterna era tan admirable que así se quedará por toda la perpetuidad.
Pacocha muy deprimida se retiró muy lentamente del lugar hasta abordar su nave y alejarse hasta el infinito. Y todo estaba listo para dar paso a la nueva creación.